Es evidente que vivimos una época distinta, donde las certezas se han reducido a la mínima expresión. Y quizá por eso, nos agarramos a situaciones, a personas, a trabajos, a formas de hacer que no nos satisfacen. Nos sentimos insatisfechos, pero no hacemos nada para cambiarlo. ¿y eso?
En la gran mayoría de los casos, se produce la paradoja que, además, los que no quieren cambiar o no están dispuestos a hacer ningún esfuerzo para ello o asumir el coste que suponga, son los que más se quejan de su situación presente.
Se quejan como si fuera el universo o su destino sufrir. Como si de ellos no dependiera o como si no estuviera en sus manos hacer algo para cambiar.
Yo tengo mi propia teoría. Creo que hay personas que son felices en su infelicidad, que al final, se sienten cómodos en determinados roles (sufridor, víctima, ...) y aunque en lo profundo de su ser, saben que ese no es el camino, que no encuentran satisfacción ni crecimiento, ese rol les da identidad, les define como persona y les define dentro de su grupo social.
Cambiar supone, una revolución interior y también exterior. Cambiar supone estar perdido durante un tiempo, hasta que encuentras los nuevos roles, hasta que los demás, tu entorno, se coloca también en este nuevo puzzle, asumiendo que es bastante probable que el entorno también haga su propio cambio y entonces el puzzle será nuevo y de nuevo....la incertidumbre.
Los cambios no son ni buenos ni malos, simplemente son inevitables, así que pensemos donde queremos estar, qué tipo de relaciones queremos tener, qué roles queremos jugar, qué queremos aportar y tomemos las riendas, porque si no, las tomarán otros y serán otros los que definan el puzzle.
¿estás dispuesto a construir tu puzzle? ¿qué te impide hacerlo? ¿qué estás dipuesto a perder? ¿qué puedes ganar?
27 julio 2010
26 julio 2010
Aquel que yo alimente.
Un viejo indio estaba hablando con su nieto y le decía: “Me siento como si tuviera dos lobos peleando en mi corazón. Uno de los dos es un lobo enojado, violento y vengador. El otro está lleno de amor y compasión. El nieto preguntó: “Abuelo, ¿Cuál de los dos lobos ganará la pelea en tu corazón?”. El abuelo contestó: “Aquel que yo alimente”.
Este texto me lo encontré impreso en una bolsa de papel tras realizar unas compras.
Y me paré a pensar qué lobo estaba alimentando en mi vida y, aunque muchas veces, nos guste pensar que no tenemos opciones, que no tenemos capacidad para elegir, que es “normal” caer en el enfado, en la queja o en la frustración, depende de nuestra actitud, de nuestros pensamientos y sobre todo de lo que decidimos hacer, lo que supone un elemento diferencial en nuestras vidas.
¿Qué pensamientos y conductas alimentas en tu vida? ¿Qué estás eligiendo?
Este texto me lo encontré impreso en una bolsa de papel tras realizar unas compras.
Y me paré a pensar qué lobo estaba alimentando en mi vida y, aunque muchas veces, nos guste pensar que no tenemos opciones, que no tenemos capacidad para elegir, que es “normal” caer en el enfado, en la queja o en la frustración, depende de nuestra actitud, de nuestros pensamientos y sobre todo de lo que decidimos hacer, lo que supone un elemento diferencial en nuestras vidas.
¿Qué pensamientos y conductas alimentas en tu vida? ¿Qué estás eligiendo?
16 julio 2010
Dejar atrás
El otro día, tras una ligera trastada por mi parte, dejó de funcionar la impresora. El caso es que todavía estaba en garantía, así que me puse en contacto con el servicio técnico a través del típico formulario web.
Su respuesta, rápida, fue…¿quieren que le envíen una nueva?. No me lo podía creer!! Ni se molestan en comprobar si los daños tienen reparación, si éstos han sido producidos por una mala utilización o no, o incluso digo más…ni se molestan en comprobar que realmente la impresora no funciona. Supongo que les resulta más económico mandar un equipo nuevo, que pagar la mano de obra de la revisión y posible reparación.
Y esto me ha servido para reflexionar sobre el coste que tiene, en general, anclarnos a cosas, situaciones, personas, pensamientos que ya no nos sirven, no nos ayudan, no nos aportan. Y ese coste puede ser económico, emocional, profesional, físico…
¿A qué estás anclado? ¿A qué estás apegado? ¿Qué te está aportando? ¿Qué podrías conseguir si no lo estuvieras?
Su respuesta, rápida, fue…¿quieren que le envíen una nueva?. No me lo podía creer!! Ni se molestan en comprobar si los daños tienen reparación, si éstos han sido producidos por una mala utilización o no, o incluso digo más…ni se molestan en comprobar que realmente la impresora no funciona. Supongo que les resulta más económico mandar un equipo nuevo, que pagar la mano de obra de la revisión y posible reparación.
Y esto me ha servido para reflexionar sobre el coste que tiene, en general, anclarnos a cosas, situaciones, personas, pensamientos que ya no nos sirven, no nos ayudan, no nos aportan. Y ese coste puede ser económico, emocional, profesional, físico…
¿A qué estás anclado? ¿A qué estás apegado? ¿Qué te está aportando? ¿Qué podrías conseguir si no lo estuvieras?
07 julio 2010
Propia definición de éxito
Muchos meses sin escribir y ahora, por fin, con el compromiso personal de recuperar este espacio para reflexionar y compartir en alto.
Estamos a unas horas de que la selección de fútbol juegue las semifinales del Mundial. En otro momento, en otras circunstancias, esto hubiera sido todo un éxito, pero tengo la sensación de que la gente espera más, y más y más.
Las expectativas de los demás, su medida de éxito puede ser tan distinta a la tuya, que si uno no lo tiene medianamente claro, puede un día descubrir que está viviendo baja la definición de los demás, bajo su idea de éxito, su idea de correcto e incorrecto, lo que se debe o no hacer, decir o pensar.
¿Tienes tu propia definición de éxito? ¿Piensas y actúas en función de ella?
Estamos a unas horas de que la selección de fútbol juegue las semifinales del Mundial. En otro momento, en otras circunstancias, esto hubiera sido todo un éxito, pero tengo la sensación de que la gente espera más, y más y más.
Las expectativas de los demás, su medida de éxito puede ser tan distinta a la tuya, que si uno no lo tiene medianamente claro, puede un día descubrir que está viviendo baja la definición de los demás, bajo su idea de éxito, su idea de correcto e incorrecto, lo que se debe o no hacer, decir o pensar.
¿Tienes tu propia definición de éxito? ¿Piensas y actúas en función de ella?
Suscribirse a:
Entradas (Atom)