05 marzo 2009

Y yo...qué he hecho para evitarlo?

Leyendo el libro de José Antonio Marina “La pasión del poder. Teoría y práctica de la dominación” hay un capítulo que se centra en la figura del dominado, porque claro, no hay poder, si no existe el sujeto que lo soporta, si no hay alguien que “obedece”.

Y como explica muy bien en este capítulo “cada modo de ejercer el poder, determina un modo de sometimiento y viceversa. El sujeto subordinado puede acabar imponiendo una nueva forma de ejercer el poder”. Se me ocurren un montón de ejemplos. No es necesario que pensemos en el poder político, cada uno puede pensar en sus relaciones familiares, profesionales, de pareja, con amigos...en todas se manifiestan formas de poder y subordinación.

Pero, el hombre, como animal grupal, es jerárquico y acepta con facilidad seguir al jefe de la manada, pero también es rebelde y ansía la emancipación, la autonomía. Esta dualidad es la que hace que nada sea previsible, o por lo menos, no del todo.

Me ha gustado, y quiero compartirlo, la “clasificación” que hace de las distintas formas de actuar ante el poder, bien de subordinación, bien de insumisión.

Someterse es un acto físico, que no implica ni aceptación ni obediencia, uno puede someterse a la fuerza, proclamando a la vez su indignación o protesta. La docilidad en cambio, supone una ausencia de resistencia a las órdenes, una obediencia fácil, una flexibilidad acomodaticia. Por su parte, la sumisión añade un grado de intensidad a la obediencia. Es total e incapaz de imaginar una alternativa. La dependencia puede ser de varios tipos: afectiva, económica, laboral, química, política. El sometido no sólo puede acatar las decisiones del poder, sino colaborar con él. El término colaboracionista, que se empleó mucho en la Francia de la postguerra... Los silencios cautelosos, las claudicaciones cínicas o escépticas o simplemente cómodas, nos enredan a todos en una complicidad maligna o boba. El lenguaje, con su gran sabiduría, distingue entre “colaborador” y “colaboracionista”. Ambos trabajan con otros para conseguir una meta común, pero el colaboracionista lo hace con quien no debe(....). La identificación se da cuando el sometido asimila completamente las propuestas del dominador”(...)



(...) “el poder no siempre produce figuras de sumisión, sino también sujetos insumisos o rebeldes.....La resistencia es la primera de ellas, donde hay poder, siempre habrá resistencia. Poder y resistencia se articulan en la misma lucha, se apoyan entre sí. La rebeldía da un paso más, y no se limita a dificultar la marcha de poder, sino que se enfrenta a ella.”


En fin, qué bonitos y jodidos matices.

No sé si todo el mundo, ante una situación que considera injusta, más allá de buscar culpables, responsables y soltar de todo por su boca, se pregunta...y yo..qué he hecho para evitarlo?? O quizá...¿en qué he sido cómplice? ¿Quizá mi silencio? ¿Quizá mirar hacia otro lado?.

Ya lo dijo Edmund Burke: “Para que triunfe el mal sólo hace falta que los hombres de bien no hagan nada”. Que se lo digan a los alemanes.

Quizá es que estoy un poco harta de que todo el mundo mire hacia el mismo lado y se mire muy poco el ombligo para hacer autocrítica.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

No es fácil verse como sometedor ni como sometido, ni mucho menos trabajar por construir un mundo mas justo. Siempre es mas fácil caminar sin responsabilizarse de las acciones, actos o pensamientos de uno mismo

Anónimo dijo...

MUCHAS VECES LAS VOCES QUE SE ALZAN SON SILENCIADAS POR VOCES QUE LUEGO TRAS COMPROBRAR EL GRAN ERROR... CALLAN. NO DIGAMOS AHORA DE MIRARNOS EL OMBLIGO!

Raquel dijo...

Ya digo...y qué hice yo por evitarlo?. Quizá responderse (uno mismo) a eso sea más amargo que ninguna de las críticas que puedan hacerte.

Berenice dijo...

Pues mirándose una el ombligo se da cuenta de que realmente cuando explota y suelta cosas que revelan una contraposición al poder es porque ha permanecido callada demasiado tiempo.

La clave está en cuando decir lo que una piensa y siente y cuando conviene prudencia y silencio.. si tienes la clave para discernir dímela por favor, me suelo confundir con frecuencia.

Raquel dijo...

Si yo supiera, Berenice, si yo supiera.... Lástima que haya momentos en que los que uno calla, no por prudencia o por no herir, sino porque hay algo o alguien cuya sombra es muy alargada...Alguien que utilizando su poder, intimida, amenaza o manipula.

Decir lo que uno piensa o siente, puede estar muy bien, pero no creo que provoque cambios significativos en los demás. No hubiera servido de mucho, más allá de desahogarte o quedarte agustito. (que tiene su cosa...pero vaya!!)

Sinceramente, en este caso, no engañarse a uno mismo y cuanto más lejos mejor. Nada se aprende, ni nada aporta alguien que ve en la diferencia un problema o que no es capaz de convencer y sólo puede aspirar a vencer.